Las miradas de todos se están dirigiendo, cada vez más, hacia el Poder Judicial. Las orejas están levantadas. Hay una intuición general de desconfianza, de inseguridad jurídica. Se advierte hasta por el más leguleyo una sensación de que las sentencias de los jueces no cuadran con el sentimiento común de lo justo en más casos de los deseables y, sobre todo, en muchos que son graves y hasta gravísimos. ¿Para qué señalarlos, si están en la mente de todos, como el caso Marta del Castillo? La distancia entre justicia material y justicia real se agranda. Los jueces empiezan a estar, más que nunca, entre ceja y ceja de la democracia, en la tela de juicio de los debates sociales, en el ojo del huracán. Realmente no son un caso aislado de observación popular. Todo lo institucional está ya bajo una lupa, cuando no analizado con microscopio. Que se lo digan si no al ex presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, aquel de los placeres marbellíes con dinero público, que tuvo que dimitir. Que se lo digan al Rey, de quien tenemos una memoria de elefantes. Que se lo digan a su hija y a su yerno. Y a Bárcenas, Griñán o la compañía completa de los ERE, con más gente que una obra del María Guerrero.
El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, hizo entrega ayer, 15 de mayo, de las medallas de San Isidro a la Duquesa de Alba, Caja Madrid, el pintor Antonio López y la cantante Luz Casal en un acto que se celebró en el patio de cristales del Palacio de Cibeles
El alcalde de la capital de España recibió de manos del presidente de la FEB una reproducción de la presea de oro conquistada por la selección española en el pasado mundial. El acto se enmarcó dentro de las actividades programadas, este viernes 2 de febrero, en la Feria Internacional de Turismo (FITUR), con motivo de la conmemoración del Día de Madrid.