Opinión
102 AÑOS
Alguien habrá de perdonarme hoy una falta de caballerosidad e imprudencia que jamás me permito: la de averiguar la edad que tiene una mujer. Entre tantas cosas que me interrogo acerca de un ser tan fascinante, del que hasta ahora nunca terminó mi curiosidad, yo nunca le pregunto ni por su perfume ni por los años que tiene. Pero 102 son un regalo digno de desenvolverse, de abrirse ante todos, de asombrar a una inmensa mayoría que ni soñamos con recibirlo. Y mucho menos recibirlo como ella.
