Música
UN PIJAMA Y WINNIE THE POOH
Entré con mi amigo Raul Correa en el camerino de Manolo Escobar. Nosotros no habíamos visto su espectáculo en el Teatro Álvarez Quintero, que acababa de terminar. Teníamos doce o trece años, no más, y ni un duro de los que hacían falta para pagarnos dos butacas. Pero le queríamos conocer en persona, en carne y hueso decía la gente de entonces. Y nos valimos de la pequeña puerta de artistas que estaba por la calle Arguijo, donde cortejábamos a las niñas de las Teresianas al salir de su colegio.
