
Eran las doce del mediodía del pasado 6 de julio, domingo, cuando la plaza del Ayuntamiento de Pamplona estalló de júbilo con el tradicional chupinazo que da inicio a los Sanfermines. A esa misma hora, pero a más de mil kilómetros de distancia, en el sevillano barrio de Nervión, el bar “Kiosco de Doñana”, situado en la calle Espinosa y Cárcel nº12, se convirtió en un pequeño rincón navarro. Allí, alrededor de medio centenar de navarros, amigos y simpatizantes se congregaron con el pañuelo rojo al cuello para dar la bienvenida, de forma más discreta pero igualmente emotiva, a esta fiesta universal.
“¡Viva San Fermín!”, gritaron con entusiasmo los asistentes, reunidos en este entrañable establecimiento regentado por Juan y su esposa Marta.
A las puertas del local, José Miguel Valderrama Esparza, natural de Pamplona y presidente del Hogar Navarro de Sevilla, fue el encargado de lanzar el simbólico chupinazo, acompañado de navarros procedentes de Fitero, Marcilla, Barásoain, Cirauqui, Pamplona, Alcalá del Río, entre otros puntos de la geografía foral.
Tras el lanzamiento del cohete, Valderrama ofreció un emotivo brindis en honor al santo pamplonés, acompañado de vino rosado navarro. A continuación, los presentes pudieron disfrutar de una exquisita caldereta barrenera, un guiso típico elaborado con patatas, cordero, verdura y chorizo, acompañado —como no podía faltar— de unos deliciosos pimientos del piquillo que hicieron las delicias de todos.
La celebración, organizada un año más por el Hogar Navarro de Sevilla, se prolongó hasta bien entrada la tarde, dejando en todos los asistentes el sabor auténtico de una fiesta vivida lejos de casa, pero con el corazón en Navarra.
Foto Antonio Rendón Domínguez

