Algo se muere en el alma
Algo se muere en el alma en esta mañana después de la Feria. Esta mañana de dar el callo Sevilla para que no digan. Para que no digan que aquí no hay más que juerga. Que aquí no hay quien la doble. Esta mañana en la que apenas has dormido encajando un horario trastocado de ritmos, sin cuadrícula, el horario sin estrés de lo que se terciaba, a la saga de cualquier reclamo de la felicidad, subiendo a todos los trenes de la alegría. Esta mañana en la que aún te dura el sueño de soñar con la Feria. La Feria del mundo que hace sólo unas horas quedaba bajo tus pies, en un planeta de albero y luz que ahora queda en la lejana órbita de la nostalgia y los recuerdos. ¿Habrá ciudades que te hagan ser tan nostálgico como se es en Sevilla? ¿Habrá ciudades que se estén quedando y yendo siempre a un tiempo? ¿Ciudades tan eternas y tan efímeras como Sevilla, siempre a medio camino entre la realidad y el deseo? Tenía que ser esta la ciudad en la que se escribiera un adiós con el que se agitara un pañuelo de silencio a la hora de partir.
