Desde Triana
Isabel Fayos escribe del Real Betis, una religion y una forma de ser
Esa Real Copa, ya es nuestra, y me incluyo, no porque sea muy aficionada al fútbol, sino por solidaridad con los béticos que me hablan a diario del equipo de su alma con una pasión desbordada y contagiosa, que me ha unido inevitablemente a los verdiblancos, con la simpatía y la devoción que los caracteriza. Y sin duda, el que más ha contribuido a mi moderada afición por El Betis, ha sido mi hermano Juan, un bético militante y partible que lo único que le falta, en su locura por el Betís, es cambiarse el color de la sangre, que si pudiera, sería también verde, ¡faltaría más!.
