Desde el barrio sevillano de Nervión, en la Parroquia del Stmo. Redentor, partió la procesión de Fe del Sagrado Icono del Perpetuo Socorro. Este Icono de la Virgen María del Perpetuo Socorro, es procedente de la localidad sevillana de Constantina, tras dejar (1958) los Misionero Redentorista la localidad y por vez primera en su historia le concedieron la atención pastoral de una parroquia.
Debido a que los Redentorista, se dedican a las misiones, tanto en España como fuera de ella, su imagen por excelencia es la virgen del Perpetuo Socorro.
Este Icono de la Virgen es copia del que esta conservado en la Iglesia de San Alfonso María de Ligorio en Roma muy cerca de Santa María la Mayor. La reproducción es del 1924 es pintado por Encarnación González, una artista granadina, popularmente conocida como la “pintora de la virgen”, sobre plancha de cobre, que a lo largo de su vida fue creando una escuela en la reproducciones artística del Icono en España.
Este Icono está pintado en tablas de estilo bizantino, sobre un fondo dorado, color muy usado por los artista en el antiguo imperio romano, a la hora de retratar a grandes personalidades. El oro constituye aquí un expresivo símbolo de la gloria de la reina de los cielos. No es una figura más de María, pues para quien la observa con cuidado y devoción, su profunda simbología es una autentica catequesis.
La procesión transcurrió por las calles de la feligresía con los niños y niñas vestido de la primera comunión, continuación representaciones de la Hermandad Sacramental, que lleva a cabo sus actividades todo los último jueves de mes, igualmente la bandera de la Archicofradía del Perpetuo Socorro, que se dedica principalmente a tener pequeños encuentro y retiros, acompañado por los sacerdotes redentorista, seguido del grupo de ciriales con pertiguero y monaguillo con incensario y las andas del Sagrado Icono de la Fe de la virgen, a hombro de los feligreses/as que fue acompañado en el recorrido por el coro del Stmo. Redentor, Sevilla 28, cuya directora y dirección musical es de María Ro Aguilar.
Foto Antonio Rendón Domínguez