Descubrirse a uno mismo y a los demás es el mayor desafío que tenemos en la vida, pero el buen viajero del alma encuentra siempre un camino hacia los otros y hacia sí mismo. Esta fábula es la historia de una misteriosa búsqueda que contiene la clave del amor y la felicidad. Así como de la comunicación clara y limpia. ¿Estás preparado para el viaje? Emprender la búsqueda del caracol dorado, sin planes ni mapas, es ciertamente una aventura, pero ¿qué sería de la vida sin esa aventura? «Hay un antes y un después de leer esta novela iniciática» Francesc Miralles Nicolás recibe en la fiesta de su 18 cumpleaños la visita de un tío que no ha conocido nunca antes y que, en los estertores de su vida, le encomienda una sorprendente misión: encontrar el rastro del caracol dorado, un animal mítico mencionado por los mayas y que nunca ha sido capturado.
A lo largo de su búsqueda, sin embargo, tropezará con obstáculos aparentemente insalvables. También conocerá a maestros inesperados que le aportarán revelaciones sobre el arte de vivir y relacionarse que superan la recompensa que le espera si regresa a casa con el preciado hallazgo. ¿Qué ocurriría si todo el mundo aprendiera los secretos del caracol dorado? ¿Cómo serían las relaciones de pareja? ¿Y las relaciones entre padres e hijos? ¿O en el trabajo? ¿Cómo nos comunicaríamos con los demás?
El autor: Mario Reyes, es psicoterapeuta y coach. En la actualidad, imparte talleres especialmente sobre Proyecto de Vida, una tarea que le apasiona y a la que dedica la mayor parte de su tiempo. Tras haber estudiado y profundizado en todo aquello que ahora enseña a sus alumnos, ayudar a los demás se ha convertido para él en su objetivo vital. Empresario, viajero y curioso por naturaleza, Mario Reyes ha encontrado la felicidad aprendiendo a conocerse y a conocer a los demás para poder demostrar que nada es imposible si realmente sabemos lo que queremos y trabajamos con el fin de conseguirlo. “Soy una persona como tú, como la que conociste ayer en un bar.
Me he equivocado, he cometido errores y he aprendido a vivir. He viajado, me he enamorado y he tenido hijos. Me he divorciado, he ganado y perdido dinero y he hecho alguna tontería. No somos tan diferentes, ¿no? Lo único que me diferencia de muchos de los que me leéis, es que he aprendido a ver el lado bueno de las cosas. He ejercitado mi interior para poder decir orgulloso que lo que más feliz me hace es ayudar a los que tengo a mi alrededor. Pero no fue una tarea fácil. Los excesos y la buena vida muchas veces nos hacen ver nublosa la realidad y nos hacen decantarnos por el camino equivocado. El truco está en pararse, mirarse al espejo y decir, ¿estoy satisfecho conmigo mismo? Hace unos años mi respuesta era no. Y entonces me pregunté, ¿qué cosas me quedan por hacer? A partir de ahí, inicié un camino al que te quiero invitar. Es un juego divertido, en el que pondrás a prueba lo más importante de ti mismo: tu honestidad. Déjame ayudarte a encontrar esas cosas que te faltan para levantarte contento por la mañana e irte a dormir con una sonrisa de las de verdad.
Cuando terminemos te habrás dado cuenta de que ser feliz cuesta mucho menos de lo que nos cuentan en las películas, y que no es tanto un objetivo sino una forma de llevar el día a día. Te espero cada día a la hora que quieras para emprender ese camino en el que –por una vez– tú serás el protagonista." Mario Reyes «Un hombre sale de viaje y es otro quien regresa.»
Fragmento del libro: La vida no nos avisa cuando todo está a punto de cambiar, por eso es importante estar siempre preparado para el viaje. Tumbado dentro de mi tienda de campaña, mientras escuchaba el canto de los pájaros del jardín, no imaginaba que en solo veinticuatro horas iba a empezar la mayor aventura de mi vida. Solo faltaba un día para cumplir dieciocho años, y me sentía atacado por una extraña melancolía.
No sabía si se debía al hecho de que abandonaba definitivamente la infancia, o tal vez a la incertidumbre de lo que me depararía la edad adulta, pero el caso es que me sentía apático y confuso. Cansado de dar vueltas por mi habitación, había pedido permiso a mi madre para plantar la tienda de campaña en el jardín, tal como hacía cuando era pequeño y me montaba grandes correrías a la puerta de casa. Con la espalda sobre la esterilla, mientras me preguntaba cuál sería mi futuro, mis ojos reseguían las siluetas de las hojas que proyectaban sus sombras sobre el techo de tela. Fue entonces cuando oí que se acercaba aquel vehículo. Rugía lento y pesado, como un animal antediluviano al que le costara desplazar su propio peso. En nuestra calle había solo tres casas y en raras ocasiones pasaban automóviles que no fueran los de los vecinos, así que agucé el oído desde mi refugio, lleno de curiosidad. El motor se detuvo con algo parecido a un suspiro justo delante de nuestro jardín, lo cual hizo que me pusiera en alerta. Un bocinazo estridente acabó de sacarme de mi letargo.
Subí la cremallera de la tienda y salí corriendo para averiguar quién había llegado. Al ver aquella rulot plateada, unida a un viejo vehículo norteamericano, me quedé boquiabierto. Sin reparar en que iba descalzo, atravesé el jardín y empujé la valla de madera. Tras la ventanilla bajada del conductor, un hombre al que no había visto en mi vida me dijo: —Hola, Nicolás, he venido a buscarte.
El caracol dorado Mario Reyes Páginas 96 | PVP 9,00 € Ediciones Obelisco Colección: Psicología