Ayer, Triana acampó en Palacio; todo se detuvo un instante al atardecer, para recibir a la hermandad, que se disponía a vivir la última noche del camino de ida, una noche fría, empapada de magia y emociones que la hace inolvidable.
El de este año, ha sido un camino atípico, solo teñido de azul por la enfermedad de los bueyes, que han sido sustituidos por mulos, y nos han regalado estampas desconocidas hasta ahora de la carreta del Simpecao, por lo demás, el cielo se ha puesto su capote de agua, y a cubierto de gris casi todo el recorrido de esta romería rociera, que no se amedrenta ante las inclemencias del tiempo, muy al contrario, se crece en las dificultades y, los peregrinos se arraciman alrededor del Simpecao, para que lo le falten los cantos y los rezos en ningún momento.
🕐 18:20
✍️ Isabel Fayos