Lunes por la mañana, en una calle de la Alfalfa. Ajeno al bullicio de su barrio, Gallardo cumple uno de sus rituales más preciados: tomarse los lunes al sol. Un café, el primero de los muchos que le seguirán a lo largo del día y la noche, un cigarro y uno, dos, tres, cuatro y hasta cinco periódicos sobre la mesa de uno de los típicos bares a los que le gusta ir y donde ya le conocen. Sólo el constante ring de su teléfono móvil interrumpe su momento de relax, el que se toma después de haber trabajado el sábado y el domingo por la tarde en su despacho de la Avenida de la Constitución.
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✍️ Rocío Velís en El Correo de Andalucia